El mundo de la impresión 3D cada vez es más importante en el desarrollo de nuevas aplicaciones y, hace un tiempo, que el sector de la educación ha decidido apostar por ello como una herramienta multidisciplinar, aportando valor a todas sus áreas.
Pasar al diseño 3D y tener la posibilidad de imprimir cualquier objeto, hace que el conocimiento se asimile de forma natural, con una visión dinámica y realista, incentivando la creatividad y generando una mayor atención, interés y participación activa por parte de cualquier alumno.
Los tipos de impresora 3D que podemos encontrar en el sector educativo son diversos y dependerán de su uso del resultado final que se quiera obtener en cada caso.
Por un lado, las impresoras FDM, pueden ser las más idóneas para escuelas de educación primaria y secundaria, por su simplicidad y por ser las más económicas.
Por otro, las impresoras SLA son las más versátiles en cuanto a materiales, precisión y acabados, por lo que serían ideales en el caso de proyectos de más envergadura o de grado.
Pero, el verdadero uso a nivel educativo de la fabricación aditiva se centra no solo en el área de ciencia y tecnología sino en el aprendizaje de distintas áreas y materias donde la creación, el diseño y la impresión final formen parte del proceso.
La impresión 3D, medio tecnológico utilizado como vía para adquirir nuevos conocimientos y capacidades creativas, ya forma parte de la “cultura maker”, un proceso de aprendizaje en el que se experimenta a la vez que se construye y en el que, se fomentan la involucración en todo el proceso, la adaptación al cambio y la resolución de problemas por parte del alumnado y el profesorado.
Robert Heinfein dijo, cuando uno enseña, dos aprenden.
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